Piropos, miradas y comportamientos justificados por una cultura que ‘‘normaliza’’ el acoso sexual callejero

Piropos, miradas y comportamientos justificados por una cultura que ‘‘normaliza’’ el acoso sexual callejero

‘‘Si decido ponerme un vestido, una falda, una blusa que no tenga mangas, me suelto el pelo, me quito los lentes, me maquillo, algún hombre de la calle no lo deja pasar, y lo que para mí es un día cualquiera en el que me esforcé por sentirme más bonita y ayudar a mi autoestima, se desploma por el comportamiento y comentarios de individuos que no se resisten, que creen que salí para que ellos me piropearan, para que ellos me miraran’’.

Forzadas a los cambios de rutina, de comportamiento, de maneras de vestir, de la ruta por la que se desplazan hacia el trabajo o universidad. Forzadas a cambiar cómo se expresan y hasta como caminan. Incitadas a sentir rechazo hacia esas personas que identifican como sus hostigadores/as. Amina, Ioana y Lisbeth (seudónimos utilizados para proteger sus identidades) cuentan cómo se ven obligadas a salir a la calle a la defensiva, para enfrentarse cara a cara con un ataque hacia su integridad, del que no pueden defenderse por falta de normativas que penalicen y vigilen de cerca el acoso sexual callejero.

‘‘Forma parte de mi rutina el hecho de preocuparme por si el pantalón que uso en el trabajo o la universidad es demasiado apretado, todo para tratar de evitar que se me queden mirando’’. Al dar su testimonio Amira se envuelve en sentimientos de enojo y disgusto, y se convierte en otra de las tantas mujeres que día a día, en cada paso que dan por los espacios públicos, afrontan un bombardeo de violencia latente, constante e imponente.

‘‘Para mí el acoso es una manifestación de violencia, falta de respeto… Usualmente el hombre entiende que debes ver como bueno este tipo de comentarios, porque se supone que te está halagando, elogiando, pero detrás de eso, lo que hay es un tipo de proximidad inadecuada a la que nunca has dado pie. Entonces el otro quiere forzarte a que la aceptes de buena manera’’, relata Lisbeth.El acoso sexual callejero es una conducta definida por el glosario de ONU Mujeres como:

  • Comentarios
  • Atención
  • Acciones
  • Gestos sexuales no deseados
  • Silbar mientras una mujer o niña pasa por un lugar
  • Demandas de favores sexuales
  • Miradas sexualmente sugestivas
  • Seguir, acechar
  • Exponer los órganos sexuales a alguien
  • Todas estas acciones se llevan a cabo sin el consentimiento, permiso o acuerdo de la persona o las personas a las que se dirige.

Normalizan el acoso

Paralelo a esta realidad que enfrentan las mujeres, existe la otra cara de esta moneda, la principal barrera para romper con los estereotipos: que muchos hombres lo definen como galantería o como algo ‘’normal’’.
‘‘Tienden a ser muy defensivos y por lo regular minimizan el impacto de su comportamiento’’. El psicólogo clínico y terapeuta familiar Luis Vergés Báez señala que la conducta acosadora de los hombres que ha tratado, mayoritariamente está enraizada en la cultura.
‘‘Hay que estar atento a la tendencia que muestran de culpabilizar a las mujeres por el acoso a que ellos las someten, alegando argumentos pobres como: “Ella me provocó”, “Ella viste así para que yo le diga lo que le digo”, “No entiendo a las mujeres, viven haciendo cosas para que uno las vea, y cuando les decimos algo se ponen de ñoñas”, apunta Vergés.
Al relatar su testimonio, Ioana refleja descontento por la forma en que se percibe la figura de la mujer desde el punto de vista de quienes tienen este tipo de conductas. ‘‘En este país la mujer es más vista como un objeto sexual que como una persona, por el volumen de su cuerpo, por arreglarse, por vestir ropa ajustada, por reírse en público… por ser mujer’’. Y es justo en ese momento cuando refleja temor en su mirada al recordar lo vivido en una calle de esta ciudad.

‘‘Un día caminando por una calle se me acercó un hombre sigilosamente por la espalda y me “casi” susurró al oído de lo cerca que estaba ‘’mami tu si ta’ buena’’, mi reacción al momento fue reírme, no sé si por la situación o por el susto que me había llevado, lo cierto fue que esta persona me siguió varios metros diciéndome improperios… A medida que caminaba más de prisa, más se me acercaba. Mi última reacción fue decirle que si no se me despegaba iba a llamar a la policía y fue entonces cuando me percaté que llevaba una mano dentro de su pantalón…’’.

¿Qué ocurrió a Ioana ese día al recibir el llamado piropo? En palabras de Soraya Lara, sicóloga, terapeuta familiar y de pareja, y directora del Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (Pacam), en ocasiones las creencias de la mujer no le permiten percatarse de que las frases, palabras y gestos que recibe son acoso.
La especialista en la conducta precisa que, tanto los hombres como las mujeres se desarrollan y pertenecen a una cultura específica que define los estereotipos, roles y modelos de relación
‘‘Se aprende a cómo comportarse y reaccionar de acuerdo a lo aprendido y esperado. Estos procesos socializadores pasan de generación en generación, que normalizan y justifican estos comportamientos, como, por ejemplo: “Los hombres somos así y tenemos el derecho a piropear”, “A las mujeres les gusta que las halaguen, las hagan sentir bien y que les hagan creer que gustan”. Otro mecanismo es la minimización: “Un piropo no hace daño”, “Ella es muy sensible, por todo se ofende”, “A ella le gusta, pero lo niega”, señala.
‘‘Muchos consideran que pueden seducir, enamorar o galantear a través del piropo sin que intermedie la aceptación de la mujer. Se creen con derecho y poder para lograrlo, la abordan sin respetarla. El acosador utiliza su supuesto encanto seductor para atacar a su presa, aunque el objetivo es ser tomado en cuenta. Soraya Lara.

¿Se justifica? 

Luis Vergés sostiene que por lo regular no existe una teoría que explique por qué los hombres hacen lo que hacen, no obstante, señala algunas de las más comunes justificaciones que citan los hombres:

  • Imitación de la conducta acosadora de amigos y relacionados.
  • Interpretación errónea de lo que significa ser hombre.
  • Falta de conciencia del daño que ocasionan con el acoso.
  • Idea errónea de que su conducta no es acoso, es más bien “galantería”.
  • Creencia errónea de que a las mujeres les gusta.
  • Lo hacen porque si no lo hicieran los demás van a pensar que soy homosexual.

¿Qué debe hacer la víctima?

De acuerdo con Soraya Lara cuando una persona es víctima de acoso sexual en la calle puede sentir malestar, vergüenza, inquietud y sensación de extrañeza. En ocasiones también sentimiento de culpa, llegando a creer que es ella quien provoca estos comportamientos y comentarios, cuando realmente no es así.
‘‘Si el acosador en muy sagaz puede hacerle creer que ella es la que lo provoca, de ser así, la mujer podría sentirse confusa y cuestionarse’’, manifiesta la especialista.
De su parte, el doctor Luis Vergés lista varias recomendaciones a seguir por una persona cuando es víctima de acoso:
Nombrar la conducta: “Eso que estás haciendo se llama acoso”.Expresar cómo te sientes ante el acoso y el daño que causa.: “Me siento muy decepcionada con lo que estás haciendo. Eso se llama acoso y me hace mucho daño”.Que las víctimas de acoso se liberen de cualquier manifestación de culpa.Cobrar conciencia de que no obstante el acoso, sus vidas no se limitan a la condición de víctimas.Si el acoso procede de alguien a quien tiene que ver con frecuencia, además de denunciarlo, procede que busque ayuda psicológica para neutralizar los efectos traumáticos que esta experiencia pueda traer.

¿Cómo lograr el cambio de comportamiento en hombres acosadores?

El doctor Luis Vergés explica que para lograr el cambio de comportamiento en hombres acosadores hay que trabajar con varios objetivos, entre los cuales se encuentran:

  • Hacer conciencia del daño que hacen con su conducta de acoso
  • Promover un estado de empatía que les permita ponerse en lugar de la persona acosada
  • Asumir responsabilidad por los daños ocasionados y repararlos
  • Enseñarles a identificar las fuentes socio culturales de donde han aprendido a ver el acoso como una conducta normal
  • Comprender las necesidades personales no satisfechas que detonan la conducta acosadora.
  • Articular un mecanismo de rechazo social a la conducta acosadora
  • Comprometer a los acosadores con cambios importantes en su conducta acosadora.

En busca de soluciones
Con el objetivo de que se eliminen todas las formas de violencia contra la mujer, entre estas el acoso sexual callejero, ONU Mujeres lanzó en 2010 la iniciativa mundial ‘Ciudades y Espacios Públicos Seguros’, el cual fue diseñado junto con socios a nivel local, regional y global para responder a la necesidad de prevenir el acoso sexual y los diversos tipos de violencia sexual que padecen las mujeres y las niñas en todo el mundo en los espacios públicos (en las calles, parques, mercados, transporte público, etc.).
Hoy en día este proyecto se desarrolla en otras 35 ciudades del mundo, y gracias a un convenio con la Alcaldía del Distrito Nacional, se ha iniciado una fase piloto en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, convirtiendo a esta ciudad en la primera del Caribe en implementar este programa.